Es difícil para mí
recordar mi infancia
porque los recuerdos felices
se mezclan con los golpes
y eso.
Sólo diré que la casa
de Gral. Flores 315,
donde pasé tardes
cortando pasto
a machetazos
y comiendo pitangas,
fue suplantada
por un supermercado.
Nada te desliga más
del pasado
que cambiar nostalgia
por el frío cartel
de una empresa.