GOD IS DEAAAAAAAAAAAAAAAAAD!!!!!!

7 mar 2008

PRECONCEPTOS



Introducción

No importa de dónde vengas, ni qué música escuches (esto puede sonar ridículo, pero últimamente parece que la música es un determinante de personalidades y posturas filosóficas), ni cuánto ganes al mes; el hecho es qué todos tenemos preconceptos: ideas y pensamientos que no sabemos bien por qué están allí ni que tan válidas sean, pero que nos definen como personas.



De Dónde Vienen

Generalmente son ideas inculcadas en nuestras mentes infantiles por padres, maestros, medios de comunicación, vida diaria, etc. Básicamente, son parte de nuestra educación, aunque pocas veces son reconocibles como tales por estar camuflados bajo el políticamente más correcto pseudónimo de "valores".
Últimamente, me he estado cuestionando pila de cosas que parecen haber estado siempre allí (y la gran mayoría parecen contradictorias con mi forma de pensar y actuar), tratando de recordar y/o suponer cuál es su origen.



Para Qué Sirven

Aparentemente, cumplen con la función de integrarnos a una sociedad. Una sociedad, es algo así como un montón de gente con normas básicas de convivencia y unas cuantas ideas comunes (not the big deal, y'know, es como Gran Hermano... pff!). Al menos, eso se supone...
En la realidad, una sociedad es una cantidad de gente amontonada, preocupándose por ser mejores que los demás, tratando de soportar todo lo que habitualmente llamamos "ritmo de vida" (que es como una canción que no termina nunca y que cada vez es más rápida y difícil de seguir) y buscando continuar con la especie humana.

Ahora abstraigamos todo esto a hormigas.

Imagínense si no hubiese un mínimo de consenso en las actividades propias de los miembros de un hormiguero. ¿Qué tal si la reina se decidiera a mantenerse célibe o si los obreros prefiriesen quedarse durmiendo en vez de ir a buscar alimento? O peor aún: ¿qué sucedería si los soldados luchasen a muerte entre sí o asesinasen al resto de sus congéneres?
Sustituyamos "reina" por "todas las mujeres" y "obreros" por "infelices que se rompen el culo por un sueldo de mierda" y leamos de nuevo. ¿Ya está? Bueno, básicamente para evitar ese tipo de situaciones caóticas, es que se nos da una educación.
El problema surge cuando dichas reglas son excesivas y/o entran en conflicto con nuestra libertad individual, lo cual nos lleva a nuestro siguiente punto.


Qué Hacer Con Ellos?

Más allá de que esto no intenta ser un manual de vida o un panfleto, sino sólo el reflejo de mis pensamientos cotidianos de hace un par de semanas, sugiero analizarlos y ver cuáles nos parecen realmente válidos y cuáles son sólo supercherías anquilosadas que atentan contra nuestra forma de ser.
Si nos parecen válidos, no hay nada de qué preocuparse: dejémoslos como están. Los problemas comienzan cuando ya no nos convencen del todo. En esos casos, a mí me gusta ver por qué a alguien le pudo parecer que estaban bien, qué se puede rescatar de ellos y qué tendría que cambiar en mi actual forma de pensar, para poder deshacerme de los que me desagradan.
Para lograr hacer este análisis, es útil saber qué es lo que uno pretende de sí mismo en la vida, pero no a nivel de metas a cumplir antes de morirse, sino de cómo nos gustaría ser (cito a un traba de "Todo sobre mi madre": "una es mas real cuanto más se parece a lo que soñó para sí misma". No es "OH, QUÉ PROFUNDO!", pero me agrada, je).
En mi caso, me gustaría poder hacerle bien a aquellos que se crucen en mí camino (más allá de cuán violenta o hdp pueda parecer, en el fondo soy re buena), poder ser más yo misma, más libre, y menos lo-que-los-demás-quieren-misma, entre otras cosas.

Un ejemplo concreto de cuán diferente puede ser nuestra postura ante lo mismo, una vez que le prestamos la debida atención, puede ser el siguiente:

Un día, salía con Pablo (mi compañero de vivienda) y un amigo de éste, rumbo al supermercado. En el camino, Pablo nos amenizó con una de sus bizarras anécdotas, donde contaba que cuando había salido a sacar la basura (un rato antes), en su camino de regreso a casa notó que el cierre de su pantalón, que de por sí ya estaba roto, estaba abierto. Como no usa ropa interior, esto había causado que quienes estaban en la vereda, pudiesen observar sus partes "íntimas" (léase: "pija").
Mi primer reacción fue decir "Hmm, qué feo", a lo que Pablo me respondió: "Ah, pará, tampoco la pavada!". Le dije que si yo estuviera tranquilamente en la puerta de mi casa y pasara un desconocido con la bragueta abierta y sin calzoncillos, me daría un poco de impresión. Pablo estuvo de acuerdo en esto.
Me quedé un rato colgada en el asunto, preguntándome qué es lo que hace que un pene sea socialmente menos aceptado que un brazo (no caer en chistes obvios, vamos...); en por qué no me da impresión verle los pezones a un tipo y sí a una mina y llegué a la conclusión de que era un preconcepto estúpido y del que deseaba deshacerme cuanto antes, ya que si para mí no hay nada de terrible en ver mi cuerpo desnudo, no tiene sentido que el cuerpo desnudo de alguien más deba hacerme sentir extraña o incómoda, ya que nada de desagradable ni enfermizo hay de por sí en los genitales, excepto siglos y siglos de retorcidas ideas y prohibiciones al respecto. El sexo no es sucio ni malo; somos los humanos quienes lo hacemos así y si esa es mi postura, condenar los hechos narrados anteriormente es algo completamente contradictorio a mi forma de pensar.



Conclusión

Está bueno ver qué tan nosotros mismos somos; ver hasta qué punto está bueno "reconstruirnos" para sentirnos mejor con nosotros mismos y para que, de a poco, todo esto sea menos horrible. Es hora de tomar el control de nosotros mismos, no?

Saludos: Tam=)